¿Quiénes somos?
Hace ya siete años, Dios habló a la vida de nuestro líder, le mostró una visión y lo instruyó para que tomara su lugar en la obra de Dios y no solo permaneciera de pie a la orilla del camino.
Nuestra congregación inició, como una reunión de tres personas, que fueron unidas por Dios. Personas con diferentes creencias religiosas y diversas puntos de vista, que llegaron a un acuerdo, reunirse a leer la biblia, porque entendieron que era la palabra de la boca de Dios. Pronto se volvieron cuatro personas. Semanalmente viajaban fuera de la ciudad, para compartir la palabra de Dios a un grupo de personas recluidas, a causa de sus vicios y problemas, ahí nuestro líder, a quién creemos pastor, porque ser responsable de nuestras almas, aprendió a amar lo que Jesús ama, a las personas, sin mirar su condición, posición social, grado académico o nivel económico.
De estos tiempos, que fueron experiencias con Dios, uno de ellos oyó la voz del Espíritu de Dios y recibió el llamado para llevar almas a Dios, con una forma muy particular: humildad, amor, servicio y amabilidad. Estas personas trataron de cumplir la voluntad de Dios, se esforzaron por respaldar la palabra empeñada, sin importar compromisos personales, familiares, laborales y congregacionales.
Continuaron y cada semana la obra crecía, después viajaban cada quince días. El grupo inicial fue creciendo y un día por gracia de Dios dejaron de ser tres para ser cinco, lo que representó una inmensa alegría al corazón del líder, quién sintió el respaldo de Dios a su trabajo. El tiempo siguió su transcurso y de los cuatro líderes, uno abandonó el camino, debido a compromisos familiares, volvieron a ser tres otra vez, unos días después, otro dejó el grupo porque Dios lo llamó a una obra diferente.
Solo quedaron el pastor y otra persona, ellos dos siguieron caminando. El líder siguió orando, ayunando, trabajando, permitiendo que Dios trabajara y restaurada su vida, familia, persona, matrimonio. Dios tocó todo lo que lo rodeaba, porque el hombre de Dios debe ser preparado para toda obra, en tanto, la otra persona, enfrentaba su proceso leyendo la biblia y a pesar de las luchas, insistió, perseveró de pie, empezó a servir hablando a todos de Jesús e invitando a los que conocía, llevándolos a Dios. Crecieron de dos fueron cinco, ocho, once y de ahí en adelante Dios no ha dejado de bendecir nuestro crecimiento.
Los servicios para visitar las casas, leer, orar y ayunar crecieron en cantidad y calidad. Ya no entrabamos en la sala de la casa, que amablemente nos dio asilo por casi tres años, pero Dios se proveyó un lugar para reunirnos, leer la biblia, orar, ayunar y alabar su nombre, todo para su gloria. Hoy estamos en un proceso de crecimiento para florecer, expandirnos y dar frutos. Como grupo e individuos, hemos entendido que el plan de Dios para nuestras vidas es tan perfecto, que cuando entramos en un proceso con Dios, todo se sacude, todo cambia, todo se acopla, como se unen las piezas de un rompecabezas, así se mueve el engranaje de Dios.
En tanto, mientras eso sucede seguimos caminando, obedeciendo a nuestro Dios, siguiendo los pasos de Jesús nuestro Señor y Salvador, ayudados por su Santo Espíritu...
Heraldos del Reino