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El temor de Jehová


Como comentaba anteriormente, en la sociedad actual hay angustia por el peligro que COVID-19 representa. El día de hoy muchos viven con miedo de contraer tan terrible enfermedad, que está causando la muerte de muchos.

También expusimos que todas las cosas que nos rodean, así como las que siempre creímos que no serían jamás afectadas por nada, están siendo conmovidas. Esto incluye a las instituciones, las personas, los conceptos. El mundo se está sacudiendo.

Algunas personas han dicho: “jamás en mi vida vi esto o en mis años he visto tal situación”. Esto es verdad. Nuestra generación no está preparada para lo que estamos viviendo.

En tanto que, todas las cosas se sacuden, lo único que no será estremecido, es la palabra de Dios, por eso la biblia nos dice, en Mateo 24:35: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.

Oramos para que, Dios nos revele que es su temor y logremos entenderlo. La gloria es a Él.

“Temer a Dios”, no es “tener miedo de Dios”.

¿Cómo?

Miedo, es el sentimiento que nos provoca la presencia de un peligro presente.

Las religiones de forma incorrecta, pretenden provocar en los creyentes, devotos, fieles, seguidores y/o feligreses, sentimientos de miedo hacia Dios, mostrando la imagen, que Él es un ser superior que nos mira atento, cuidando y vigilando con una vara para castigarnos por equivocamos y dejar que todo el peso de su enojo caiga sobre todos los seres que, hacen cosas que no le agradan.

Otros, se empeñan en hacernos mirar a Dios, como un ojo que castiga.

Esta forma de ver a Dios, no es correcta.

Jesús, caminó en la tierra mostrando a nuestra humanidad, una de las principales características de Dios. Y es, que Dios es padre. Según Juan 5:19, Jesús muchas veces se refirió a Dios, como padre, “De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente”, ¡qué hermoso es! Dios es Padre.

Me recuerda, el versículo de Mateo 7:11, que nos dice: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”

Existen diferencias entre el miedo que los hombres quieren transmitir a otros, con el concepto de lo que es nuestro Dios. Y lo que, la biblia nos revela que es Dios.

Afortunadamente para nosotros, hay un sentimiento más puro que, es el temor a Dios. Ese temor a nuestro Dios, es un respeto reverente, una actitud de un profundo amor, honra, gratitud, obediencia y consideración a sus mandamientos, que nos impide pecar contra Él.

Ese sentimiento nace en el corazón de Dios y es Él mismo, Él que lo imparte al corazón del hombre. La biblia dice, en Levíticos 11:44, “y ser santos, porque yo soy santo.” Y en 1 Pedro 1:16 “porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”.

Por eso, el pecado se considera como una traición, una infidelidad hacia el Dios que ha depositado toda su confianza en nuestras vidas.

Cuando entendemos esto, podemos comprender que el temor a Dios, es el inicio de la sabiduría, que se transforma en un estilo de vida.


La sabiduría, que viene Dios, no es la información que se obtiene a través de la experiencia o la educación, es decir, por medio del grado académico, ni tampoco es la comprensión que nos da la práctica y la teoría de un asunto determinado.


Existen personas que piensan que teniendo lo anterior, son sabias y deben ser reconocidas y acreditadas. Sin embargo, cuando no tenemos el temor a Dios, lo que hay en nosotros es solo desconocimiento, orgullo e ignorancia.


Cuando nos encontramos en un estado así, de total desconocimiento, nos lanzamos a hacer las cosas que no debemos hacer, resultando en errores que nos pueden costar la vida, la salud, la pobreza o la perdida total de todo lo que amamos y anhelamos.

Oremos: Padre, te pido me ayudes a reconocer mis pecados, errores, faltas y limitaciones. Espíritu Santo, guíame a una vida que esté en el temor a Dios, para que yo pueda caminar conforme a su voluntad y obtenga de Él la seguridad de que estoy en la voluntad del Padre, revela al Padre, para que pueda conocerlo y por amor pueda obedecerlo. Renuncio a todo lo que me alejan de ti. En el nombre de Jesús, amén.

En días posteriores seguiremos hablando del temor a Dios. Sigamos leyendo su palabra.

Obedezcamos a Dios y a nuestras autoridades y que no haya miedo en nuestras vidas por las situaciones de pandemia que envuelven al mundo.

Si le obedecemos a nuestro Dios, Él tiene nuestras vidas en sus manos.



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