Dios usa los problemas
Para corregirnos: en ciertas ocasiones, aprendemos las lecciones por medio del fracaso y del dolor. En cierto modo, nos comportamos como el niño al que sus padres le dicen, "no subas a la silla, porque si caes te lastimarás"; el niño lo hace y sufre las consecuencias de la desobediencia.
Otras veces, aprendemos a conocer el valor de las cosas solo al perderlas, como es el caso del dinero, las relaciones con personas de bien, como el matrimonio o los verdaderos y buenos amigos, la familia, la salud. Importante en este punto, resulta la lección de aprender a estimar y valorizar a las personas que creemos son en contra nuestra.
La palabra de Dios, |nos enseña en Salmos 119:71-73, “71 Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos. 72 Mejor me es la ley de tu boca, que millares de oro y plata”.
Esto significa que Dios quiere, reeducarnos para abrazar la idea y razonar que las personas que creemos están en nuestra contra, son su instrumento divino, para nuestro crecimiento, son esas personas, las que Dios usa para afinarnos. Por ello la Biblia dice, que es bueno para nosotros ser afligidos, para que aprendamos los estatutos de Dios y que mejor es para nuestras vidas la ley de su boca que miles de piezas de oro y plata.
De igual forma, en Proverbios 27:17, se cita que, “El hierro con hierro se afila, y un hombre aguza a otro hombre “. Lo que resultar ser verdad, una verdad que se aplica aún a nuestros matrimonios. Es por esto, que Dios ha puesto a nuestros cónyuges para afilarnos en nuestro carácter, pero por nuestro desconocimiento, lo que hacemos es huir de los problemas con las relaciones, pensando que esa es la mejor opción.
Resulta aún peor, cuando terminamos la relación y al poco tiempo buscamos otra, esperanzados y pensando, que así se solucionará el problema del cual escapamos, cuando lo cierto es, que en el matrimonio, prueba no superada, se convertirá en prueba repetida.
Cuando tenemos un empleo, nuestros jefes son las herramientas de Dios para construir nuestro carácter. Pero contrario a ello, buscamos atajos en nuestro comportamiento y al enfrentar nuestra conducta ante ellos, solo con el único fin de librarnos de su autoridad, convirtiéndonos en independientes y en consecuencia no obtenemos la bendición, ni el crecimiento que Dios espera en nosotros, en consecuencia nos convertimos en personas libres, que tomamos decisiones por encima de cualquier autoridad y nos olvidamos que todas las autoridades fueron delegadas por Dios.
¡Nos leemos pronto!
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